Cuento tradicional infantil: Simbad el marino


Simbad el marino
¿Conoces la historia de Simbad el marino? Este cuento infantil es uno de los más antiguos de los que se tiene registro; es por ello que muchos consideran Simbad el marino como un cuento tradicional infantil. Si te interesa este tipo de literatura, y no lo has leído, puedes hacerlo esta misma semana, pues un buen texto no se desestima fácilmente. Algo que muchos desconocen es el origen de esta obra literaria, que en realidad forma parte de un relato mayor: Las mil y una noches. ¿Sabías que se desconoce el autor de este libro de narraciones árabes? En la época medieval se recogieron los textos que, de la boca de la hermosa Scheherezade, nos acercan a una civilización llena de historias y tradiciones increíbles para los occidentales. Las mil y una noches es una publicación destinada a todas las edades, cuyo hilo conductor es su protagonista cautiva por un rey enloquecido por la traición de su esposa (a la cual mata sin contemplaciones por el hecho de que se acuesta con su mejor amigo).
Cada noche el vengativo rey mandaba a buscar una mujer virgen con la que yacer. A la mañana siguiente mandaba a matarla sin ningún remordimiento. Un buen día comenzaron a escasear las mujeres vírgenes en la ciudad y la guardia real comenzó a solicitar a las familias adineradas que entregaran a sus hijas casaderas. El padre de Scheherezade, enloquecido de dolor ante la pérdida inminente de su retoño, les pidió que no se llevaran a su hija, pero estos cumplieron las órdenes reales sin miramientos con el desconsolado progenitor. La joven le prometió a su padre que regresaría sana y salva, aunque su padre entristecido no le creyó porque ninguna joven había sobrevivido 24 horas en el palacio del temible rey. Según cuenta el libro, la joven logró entretener a su carcelero por mil noches con las increíbles historias que se guardan en el texto. Finalmente, en la noche mil, el rey decidió que su joven amante se convertiría en su esposa.

Simbad nació en Las mil y una noches

Una de las historias más interesantes de Las mil y una noches es Simbad el marino. Como su mismo nombre indica, se trata de un cuento protagonizado por un hombre llamado Simbad. Este singular personaje era muy joven y pobre. Cada día trabaja en la ciudad de Bagdad hasta altas horas de la noche cargando grandes bultos por unos pocos céntimos. Sabiendo que su suerte era mala, pues trabajaba muchísimo y ganaba una miseria, protestaba continuamente.
Un buen día, para suerte, el joven cargador se topó con un señor mayor que resultó ser muy rico. Como el millonario vio tan atribulado al muchacho, lo invitó amablemente a comer juntos. Fue así que el señor le contó a Simbad sus innumerables aventuras por el mundo. Para comenzar, el joven cargador se enteró de que… ¡era tocayo del millonario! O sea, ambos tenían el mismo nombre: Simbad. Los nuevos amigos compartieron la mesa y la comida con entusiasmo. El anciano andariego le contó con orgullo de viajero triunfador sobre sus peripecias por el mundo. Para comenzar le narró cómo nació en el seno de una familia adinerada. No obstante, el señor administró muy mal su dinero, y pronto quedó en la ruina. Fue así que emprendió viajes para hacer fortuna nuevamente. El azar de la vida lo llevó a estar encima de una ballena que lo expulsó fuera de su lomo con un resoplido. El náufrago alcanzó a agarrar una tabla salvadora en la cual llegó vivo a las costas de su ciudad natal: Bagdad.

Las hazañas de Simbad el marino

Entre los episodios más pintorescos de Simbad el marino se encuentra un viaje una isla llena de riquezas, entre las que se encuentran diamantes enormes. Por supuesto, el aventurero recogió las piedras preciosas que pudo y las echó en un saco. Así fue amasando la fortuna de la cual disfrutó después.
Luego de contar cada historia el anciano le regalaba al joven cargador 100 monedas. Finalmente ambos personajes se hicieron amigos y compartieron sus vidas juntos. La amistad es una fuente valiosísima de amor y comprensión.

Simbad el marino

Había una vez, en Bagdad, un joven que era muy humilde llamado Simbad. Como trabajo se dedicaba a cargar de un sitio a otro unos paquetes muy pesados, de ahí que todos le nombraran, “el cargador”.
Todas sus lamentaciones fueron escuchadas por un señor millonario, quien en una ocasión lo invitó a cenar. Al llegar a la cena había un anciano, y este dijo:
– Mi nombre es Simbad “el marino”. Una vez fui dueño de una gran fortuna que heredé de mi padre, pero gasté mal cada centavo quedando en la miseria total. Debido a esta situación vendí todas mis pertenencias, o al menos las que me quedaban, y me lancé al mar junto a unos mercaderes. Confundimos una ballena con una isla y desembarcamos en ella creyendo que era tierra debido a esto salimos volando por los aires. Con dificultad, llegué hasta una tabla que me permitió para tomar un barco y regresar a Bagdad.
Terminado este fragmento, Simbad “el marino” se mantuvo en silencio y le entregó al joven 100 monedas y le pidió que regresara al día siguiente. El joven acudió al encuentro, y el anciano continuó con su historia.
– Con la nueva embarcación, volví a zarpar. Cuando llegue a otra isla me quede dormido nuevamente y a despertar ya no tenía barco pues se había ido. Caminando dentro de la isla, llegué a un enorme valle que se encontraba con abundantes diamantes y serpientes. Después de tener en mi poder suficientes joyas, tome un pedazo de carne y los sujeté a mi espalda, quedándome quieto para que un águila me sacra de aquel lugar.
Nuevamente al terminar la historia, Simbad “el marino”, puso en manos del joven 100 monedas y más, y le rogó que el día siguiente no se fuese ausentar. Y llegó el día siguiente con la nueva historia.
– Ya tenía una fortuna, pero en vez de quedarme aquí a disfrutarla decidí volver salir a navegar. Después de unos días encallamos en una isla de enanos, los cuales nos entregaron a un gigante que tenía un único ojo y que se alimentaba de carne humana. Al caer la noche, aprovechamos su oscuridad, y tomamos una estaca que enteramos en su único ojo. Con este suceso pudimos huir de la isla y regresar nuevamente a Bagdad.
Las monedas fueron dadas sin falta al joven, y la cita prevaleció como en los días anteriores.
– Nuestro siguiente destino de naufragio fue una isla de caníbales. Estando allí seduje grandemente a la hija del rey, con la que tiempo después contraje matrimonio. Pocos días después de la boda, mi esposa murió y el rey me ordenó que yo debía ser enterrado junto con ella. La suerte y la dicha me acompañaron y puede regresar a Bagdad sin problemas, pero esta vez lleno de joyas.
El joven muy atento permanecía escuchándolo mientras el anciano continuaba narrando sus historias.
– Lo último que me sucedió fue cuando me vendieron como si yo fuese un traficante de marfil como si fuese un esclavo. Uno de esos días en los que tenía que cazar elefantes, y tratando de escapar de uno tuve que recurrir a un árbol por el cual trepé velozmente. El elefante sacudió tan fuerte que me caí sobre su lomo. Sin poder bajarme de él, el animal, me llevó hasta su cementerio. Aquel lugar tenía abundante marfil, acababa de descubrir una enorme mina. Con mucha alegría corrí hacia donde estaba mi amo y le conté todo lo sucedido, y el en agradecimiento a mi lealtad me dejó libre, permitiéndome llevar conmigo algunos valiosos tesoros. Ese fue mi último viaje, cuando regresé a Bagdad, aquí me he quedado y no he vuelto a viajar. Como puedes ver he sufrido mucho, pero ahora disfruto de todos los placeres de la vida.
Al terminar de narrar la historia, el anciano le pidió al joven que fuese a vivir con él. El joven muy entusiasmado aceptó y a partir de ese día fue muy feliz.

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